Empecemos con un ejercicio de imaginación,
vamos conduciendo por una carretera, siguiendo el carril, tenemos prisa y el
que va enfrente de nosotros parece tener mucho más tiempo para llegar que
nosotros, sí cambiamos de carril nos aseguramos
de que este libre el paso, en eso nos encontramos una señal de tránsito,
que nos recuerda que no debemos rebasar por la derecha ¿Qué hacemos?... La ignoramos, la tomamos en
consideración o la obedecemos. De la decisión que tomemos puede depender
nuestra vida y la vida de los demás automovilistas y peatones.
En la vida, también existen reglas que nos
dan los límites para protegernos a nosotros y/o a los demás.
El uso frecuente de estas reglas se convierten en hábitos y se
hacen algo natural que nos facilita la
convivencia con los demás. Pero ¿por qué es difícil cumplirlas o hacer que las
cumplan los niños? Porque las normas y reglas conllevan algo que no se puede
hacer y por ende causan un grado de
frustración.
Delegación de funciones. Los límites se los damos a los niños y los
encargados somos los adultos que estamos a su lado, ya sea padres de familia,
cuidadores o docentes. Los límites se deben cumplir en espacio, forma y tiempo.
No importando si están los niños en la escuela a o en la casa. Ejemplo: en la
casa cuando come el niño se levanta de la mesa y se pone a jugar, pero en la
escuela esto no es posible por cuestiones de tiempo, hábitos y espacios
delimitados o áreas específicas y como resultado el niño no termina su lunch y
se queda sin comer. Por lo que es imperioso el trabajo en conjunto para fijar
los límites y que tanto en casa como en escuela haya una congruencia y refuerzo
de las mismas.
Uno de los factores que influyen en el
rendimiento escolar son los límites, pero existen límites en todas partes. Para
este fin analizaremos como hacer un buen señalamiento de los límites en la
carretera de la vida.
Primero punto, para hacer un señalamiento.