En esta serie era importante
compartir con ustedes el funcionamiento
del cerebro a partir de una interpretación personal, con el objetivo de hacer
el camino del aprendizaje lo más atractivo posible, no solo para los niños sino para nosotros
mismos, la manera en como nos desplacemos en este viaje debe ser tan
interesante como el propio lugar a donde queramos llegar.
Imaginen que quieren salir de
vacaciones, para ello requieren hacer maletas, comprar con anticipación los
boletos, reservar hotel, ir de compras por atuendos necesarios, por ejemplo si
nuestro viaje es a una playa, conseguir trajes de baño, bloqueador solar,
lentes de sol, etc. La mayoría de estas acciones tienen en sí mismas su lado
emocionante, sabes cual es la finalidad y quieres lo mejor para ese viaje.
Es lo mismo con el aprendizaje, el camino es
tan importante como los contenidos, y
para que éstos sigan vivos debemos incorporarlos a nuestras vidas, que prevalezca
las ganas de seguir aprendiendo para toda la vida, al igual que el entusiasmo
que tenemos por volver a realizar otro viaje de vacaciones.
Los temas que he desarrollado en
esta primera entrega partieron de preguntas que me han realizado padres de
familia, de autorreflexiones sobre mi propia tarea educativa, sobre algunas
metodologías empleadas en las escuelas y la necesidad de saber de donde puedo
partir como docente y madre de familia para apoyar a los niños en su propio
andar por el aprendizaje.
Lo escrito en esta serie, no
pretende volvernos especialistas en el área, no es necesario aprenderse de
memoria nada de esto, pero entenderlo es fundamental, para hablar el mismo idioma que nuestro
cerebro y trabajar juntos.
Quiero resaltar la importancia de
las emociones y sentimientos en la educación que a mi juicio son igual o más relevantes que los contenidos y la información a la que
queramos acceder, por que en realidad somos esos estados emocionales y sin
ellos es infuncional cualquier aprendizaje.
No es aprender muchas cosas sino
que las pocas cosas que sabemos las podamos aplicar en nuestra vida diaria. De
nada sirve la aptitud si no tenemos la actitud correcta. Podemos ser aptos y
estar sumamente preparados pero el fin último
es la felicidad, sentirnos amados, aceptados, realizados y disfrutar lo que
hacemos, esto no se logra alcanzando las metas sino que inicia desde el propio camino que recorremos
para alcanzarlas.
“Este camino dura lo que la vida misma” nunca dejaremos de
aprender si podemos mantener el fuego de la curiosidad el deseo de saber más,
por que el saber nos muestra un poco más de quienes somos y nos hace mejores.
Muchas gracias por seguir estas
entregas. ¡Vamos por más!